Manual del buen machista

50 sombras liberadas

Director: James Foley

Principales intérpretes: Dakota Johnson, Jamie Dornan, Eric Johnson, Rita Ora.

Algunas reglas que todo hombre debería seguir:

– No dejes que tu mujer, novia, pareja o amante haga top-less en la playa. Si se pone pesada con que todas están en bolas y nadie se va a fijar, excúsate con un «es que alguien podría grabarte»

– No dejes que te contradiga.

– Llámala repetidas veces por la noche (o por el día) y cabréate porque quedó con una amiga cuando tú le dijiste expresamente que se fuera directamente a casa después del trabajo. Compénsala luego llevándola, a modo de sorpresa, un fin de semana con sus amigos de excursión al campo.

– Naturalmente, tu podrás quedar con antiguas ex-novias, amigas o con quien te dé la gana.

-Si su jefe o algún compañero de trabajo son mozos bien parecidos (o no), y ves que le prestan mucha atención (y ella igual a ellos), da igual que ses por cosas de trabajo o cualquier otro motivo, muestra tu disconformidad; naturalmente para eso tendrás que presentarte en su trabajo en plan sorpresa para pillarlos en el ajo.

– Compórtate como un descerebrado si ella se queda embarazada porque no entraba en tus planes y porque no quieres que haya otra persona a la que pueda querer más que a ti.

Que un personaje así, en un momento donde la lucha por la igualdad y feminismo están más de actualidad; por no hablar de la cantidad, cada vez mayor, de mujeres muertas a manos de sus parejas, sea convertido poco menos que en un héroe y los cines se llenen mayoritariamente de mujeres que solo les falta aplaudir las hazañas de ese gran hombre y no se estén revolviendo con lo que están viendo (al margen que la película sea más o menos entretenida) dice mucho de lo mucho que queda por avanzar en esos temas.

Al margen de eso, que como decía Umbral «Yo he venido a hablar de mi libro», la película es la más floja de las tres. No tiene el factor sorpresa, o novedad, de la primera, y se toma demasiado en serio a si misma. Todo lo contrario de la segunda, que consciente de ser una basurilla, no se tomaba en serio en ningún momento y la convertían en un placer culpable.